El pasado lunes ―con los milicianos de Hamás controlando las calles de media Gaza, la mayoría de cadáveres de rehenes israelíes por devolver y un Gobierno tecnocrático, fuerza multinacional y órgano extranjero supervisor todavía en el papel―, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció en su red social: “La segunda fase ha comenzado ahora mismo”. Nadie sabe muy bien a qué se refería: es justo la parte de su plan para Gaza que concentra todos los asuntos de largo aliento y espinosos (desarme de Hamás, nueva administración de la Franja, fin del repliegue israelí…). Y, si algo ha demostrado esta primera semana de alto el fuego, es que su negociación y puesta en práctica será peliaguda.
