Friedrich Merz respiró aliviado, después de semanas de peleas en su partido, el democristiano, y en su coalición con los socialdemócratas. Se le veía relajado el mediodía del viernes, en su escaño en el Bundestag, minutos antes de una votación clave de la que, a esas horas, ya tenía la certeza de que iba a ganar.
